13.12.07

anecdoctario laboral

A fines de diciembre del 2006 y durante un par de meses trabaje en un Call Center en Buenos Aires. De ese lugar hay varias anécdotas que contar. El trabajo consistía en activar los productos originales Microsoft, el centro se ocupaba de prácticamente cualquier punto geográfico de Latinoamérica. Existe un protocolo estricto para tratar al cliente, pero después de como mínimo 7 horas de trabajo y como mínimo unos 70 llamados diarios, es prácticamente imposible tener la cabeza al 100 % de atención en las llamadas.
Como detalle, cabe decir que había muchas incoherencias no sólo por nuestra parte, sino también por parte de la gente que llamaba, que a veces hasta ni siquiera sabía porque llamaba. Los errores más repetitivos, eran los de no pronunciar correctamente el extendido y súper difundido “Maikrosoft” o Windows y decir en su caso, que llamaban para activar su “microso windor”. ¿El qué? ¿Lo qué?, pensaba uno.

O también ocurría que llamaba gente desde algún remotísimo lugar del planeta, porque se escuchaban las gallinas, la vacas, mejor dicho la granja entera!. Y uno se preguntaba, como curiosidad, donde estará instalada realmente esa computadora.
En fin las siguientes son 3 historias que ocurrieron allí, dos son de carne propia y la última es de una gran amiga que conocí allí.


1) Muchas veces para pasar el tiempo, y no estar completamente sólo con las llamadas, uno entraba a una u otra página, la mía en ese caso, era la del diario clarín, quien haya entrado sabrá que en ella hay una gran cantidad de banners publicitarios, cuya característica principal es que cambia constantemente lo que dice. Era ya casi hora de irme y estaba saturadísima de tantos llamados, y sobre todo de los mismos de siempre (hay un país en particular que reúne la mayor cantidad de “colgados de la vida” y que llega uno a tomarle un gustito amargo por la extrema atención que hay que ponerles y la explicación de jardín de infantes que hay que hacerles para que entiendan, quizás simplemente que vaya a la barra donde pone “inicio”). La cuestión es que a veces uno por alguna u otra razón tiene que esperar que el cliente o busque un papel, se acerque a la computadora o lo que sea. El protocolo, dice que hay que asentir que se lo va a esperar. Entonces, el señor en cuestión me dice: -aguardeme un poquito por favor.
Esta vez yo colgada de la vida, mirando sin mirar la página del clarin con sus banners, de repente cambia uno estos y mi chip cerebral repite la palabra que cambia en ese banner, gracias a dios que era una palabra linda y no otra cosa. Mi respuesta debería haber sido algo así como: -de acuerdo, lo espero en línea. Pero en vez de eso dije: -No se preocupe señor, lo aguardo en el “alma”. (palabra del banner) Y el señor respondió: -Ay, gracias, gracias. Todo contento.

2) El segundo caso, ocurrió con un paisano del país ese que comentaba antes. Sucede que para poder realizar la activación hay que seguir una serie de pasos, sencillos, porque nosotros lo guiamos completamente. Con este señor en cuestión, ocurrió que hay varios “caminos” para llegar a la pantalla que hay que llegar, pero era inútil ningún camino nos conducía a Roma, por lo que le pedí que por favor cerrara todas las ventanas que tuviera abiertas para poder empezar de nuevo de cero a guiarlo. El hombre me dice: -Si, si, un momento por favor. Se genera un espacio de silencio telefónico, cuando el hombre “regresa”, le pregunto: -Señor, ¿pudo usted cerrar todas las ventanas? (sino es que se procede a reiniciar la PC). Y el buen hombre me dice: -Sí las he cerrado, pero como todavía es día entra claridad aún. ¿¡¿¡¿¡¿!?!?!? Creo que aún y telefónicamente se dio cuenta la cara de Pocker que yo había puesto en ese momento, porque el solito agrego: –Mmm, bueno mejor llamo mañana que este mi sobrino porque yo no entiendo nada de esto.

3) Resulta que llama una clienta desesperada porque quería hablar con alguien, no recuerdo el nombre ahora, y entonces toda amable (lo cual es raro en mi) quise decirle que en este centro no había nadie con ese nombre y con toda la onda le dije: "Señora permítame informarle que aquí no hay nadie con ese centro".

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